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El liderazgo femenino en la Economía Social, como un modelo transformador para una economía justa y sostenible, ha sido el eje del Faro de la Economía Social, serie de encuentros que FECOMA realiza de manera periódica

El Faro de la Economía Social de FECOMA – encuentro que de manera periódica la Federación de Cooperativas y de la Economía Social de Madrid lleva a cabo en La Casa Encendida- se ha dedicado este mes al liderazgo femenino en la Economía Social, como modelo transformador para una economía justa y sostenible.

Moderó la sesión Paloma Bel Durán, directora de la Escuela de Especialización Profesional en Economía Social, Cooperativas y Otras Organizaciones de Participación (EESCOOP) de la UCM. Bel Duran subrayó en la presentación que «asistimos al momento de mayor visibilidad de la Economía social en su historia», haciendo alusión, por ejemplo, a la resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas a favor del modelo empresarial de Economía Social en el que «alienta» a los estados miembros a que promuevan y apliquen estrategias, políticas y programas nacionales, locales y regionales para apoyar y potenciar la economía social y solidaria como posible modelo de desarrollo económico y social sostenible. 

Paloma indicó que, entre las muchas bondades de la Economía Social, como el desarrollo territorial, su no deslocalización o la generación de empleo estable, también se cuenta la «promoción del liderazgo femenino». Sin embargo, señaló que, aunque según la última encuesta de población activa, hay un 50% de empleados hombres y mujeres, en el sector de la Economía Social existe también una brecha de género, «en materia de remuneración salarial, entre otros».

Además de Paloma, otras seis líderes femeninas en el sector de la Economía Social aportaron sus valiosos testimonios. Prácticamente todas las ponentes coincidieron, por una parte, en que el liderazgo no tiene género, pero también en que, aunque se ha avanzado mucho hacia la paridad en algunos aspectos, no ocurre así en los órganos representativos y de decisión, en los que aún hay mucho que trabajar para alcanzarla. 

Ana Isabel García, primera mujer que preside de ASALMA (Agrupación de Sociedades Laborales de Madrid), aportó la visión de este sector de la Economía Social. «En las Sociedades Laborales, uno de los retos sigue siendo que el número de mujeres se equipare al de los hombres», señaló. Así, en la actualidad, el porcentaje de socias trabajadoras es del 41%, frente al 59% de hombres, «aunque la tendencia sea la correcta». 

En su opinión, la razón puede estar en que muchas sociedades laborales surgen de la reconversión de empresas que se constituyeron bajo otra fórmula jurídica.
La presidenta de ASALMA destacó la feminización de algunos sectores como, por ejemplo, el jurídico, al que ella misma pertenece, algo que, a la larga, «se tiene que ir trasladando al resto». 
Con talante constructivo, Ana Isabel García afirmó que es necesario seguir luchando, «pero sin entender esa lucha como conflicto, sino escalando y consiguiendo las mismas posiciones y oportunidades que los hombres de llegar a la toma de decisiones en el mundo empresarial, social, político, y en el mundo en general».

Amaya Delgado, presidenta de COCETA (Confederación Española de Cooperativas de Trabajo Asociado), y, por lo tanto, representante de la institucionalidad de las cooperativas de trabajo asociado, destacó, en primer lugar, que el liderazgo femenino forma parte de los valores de la Economía Social. «La Economía Social está basada en unos principios cooperativos. Es democrática. Cree en la igualdad, con lo cual, sobre el papel, no hay género. Todos somos trabajadores», destacó. 

La presidenta de COCETA señalo que determinadas circunstancias afectan a la economía tradicional, lo hacen también a la Economía Social poniendo el foco en el llamado «techo de cristal», que frena de manera invisible el liderazgo de la mujer.  

Amaya Delgado indicó que las cifras de paridad en las cooperativas de trabajo son muy buenas, pero, sin embargo, no lo son en los órganos de representación y dirección e hizo una reflexión sobre cómo las mujeres trabajadoras se ven afectadas por el síndrome de la impostora y la falta de autoestima, que se traduce en una duda constante acerca del propio potencial. 
En cuanto a lo que puede aportar el liderazgo femenino, Amaya Delgado opinó con el impuso de las mujeres, «podemos transformar cómo se hacen las cosas dentro de la Economía Social, siguiendo los valores cooperativos».

Gema Bernal, vicepresidenta de la cooperativa educativa Gredos San Diego, hizo hincapié en que «la educación es un sector feminizado, algo que, en ocasiones lleva a su precarización», y en que, como había apuntado antes Amaya Delgado, «en gran número de cooperativas, hay una gran mayoría de hombres en los puestos de responsabilidad, aunque no sea así en los mandos intermedios ni en las bases».  

Sobre el liderazgo de la mujer, la vicepresidenta de GSD afirmó que «no hay características especiales según el género». Sobre el papel de la mujer en la Economía Social, opinó que consiste en «transformar, reducir y cambiar estereotipos, aunque no estén tan marcados en nuestro sector». Aunque reconoció que hay mucho por hacer, entre otras cuestiones como «fomentar medidas que faciliten la corresponsabilidad y la conciliación y crear una cultura de empoderamiento de las mujeres, que aún se lo tienen que creer».

Meriem El Yamrri, fundadora de la empresa tecnológica Crowtec afirmó que «debemos quitar las coletillas femenino y social, para hablar sólo de liderazgo y de economía». Así, desde su punto de vista, en cualquier empresa, las claves del liderazgo son mentorización y empatía. «A los trabajadores de la empresa hay que darles referentes, en el sentido de la diversidad y de cómo se hacen las cosas, para que cualquiera pueda asumir su tarea, ya sea grande o pequeña. Y por otro lado, la segunda clave es la empatía. Ponerse en el lugar del otro es fundamental para ejercer el liderazgo», señaló.
Marta López de la cooperativa Altekio aportó el punto de vista de una cooperativa que trabaja en la transformación ecosocial y ecofeminista, «algo que tiene mucho que ver en nuestra forma de trabajar y de organizarnos que tiene un reflejo hacia el exterior, en el tipo de proyectos que desarrollamos, cómo nos comunicamos, en las comunidades y los territorios, pero también en cómo nos organizamos interiormente». Según López Abril, el ecofeminismo pone la vida y los cuidados en el centro de las organizaciones y de la sociedad. «El liderazgo feminista no tiene por qué ser  un liderazgo ocupado por mujeres, aunque sí sea importante que las mujeres  entren en este rango», señaló. El liderazgo femenino está representado por valores como la empatía, «desde ella construimos, y la autorevisión sobre cómo nos movemos en el mundo y en las estructuras, en una dimensión que va más allá de la conciliación», señaló.  

María Coca, socia de la cooperativa Dejando Huella «en este sector precarizado, como es el de la educación infantil», mostró su experiencia sobre cómo han logrado crear un estándar, como socias, para que las trabajadoras tengan unas buenas condiciones laborales, en un espacio amable, «para cuidar bien y cuidarnos en nuestro equipo».

Fuente Comunicae